miércoles, 19 de agosto de 2009

Carta para la Virgen María.



Hola Virgen María, Madre del Hijo de Dios, y Madre nuestra, que sublime es tu Pureza, tu Belleza y tu Amor….Tu, la Reina de los Profetas, y tantas cosas más, hoy quiero hablarte de unas cuantas cosas que tengo en mente y que me gustaría contártelas.
Sin ir más lejos ayer fue día 13, y fue viernes. En EE.UU. el viernes 13 es día de mala suerte como aquí lo tenemos al martes 13, pero lejos de ser un número de mala suerte es: “el número de las proporciones divinas”
Pues no sólo es el número de los días de tus apariciones en Fátima, sino que es el número del día en el que el Papa Juan Pablo segundo fue baleado, pero como era el día 13, o sea del de Fátima, Dios y tu predilección por él, lo salvaron.
Digo que es el número de las proporciones divinas pues encontré una proporción de uno a tres (1 a 3) en el cuerpo humano, que ratifica tu situación con respecto a la Trinidad de Dios. Te explico:
Mientras estaba acostado hace 3 días me puse a jugar con el brazo y las manos y descubrí que el brazo extendido tiene una longitud de tres manos (aparte de la que ya existe en su extremo); que las piernas tienen la longitud de tres pies; que la cabeza tiene la longitud de tres cuellos; en fin todo el cuerpo tenía las proporciones de 3 a 1, o de 3 en 1, y yo lo comparaba con tus proporciones divinas, ya que Vos entras tres veces en la Trinidad: como Madre del Hijo de Dios, como Hija de Dios Padre y como Esposa del Espíritu Santo. ¡¿Ves porque te digo que es el 13 un número de suerte?! Además para hilar más fino, en la quiniela el 31 es el número de la Luz. ¿Por qué será?
Bueno, Virgen: ésta es la proporción de mi felicidad, pues mis oraciones van dirigidas a La Trinidad y a Ti, tanto es así que sería bueno que en la señal de la Cruz que nos hacemos cada vez que rezamos o pasamos por una Iglesia, digamos lo siguiente: en el nombre del Padre, de la Madre, del Hijo y del Espíritu Santo amén. Y que al señalar la cabeza digamos en el nombre del Padre, luego al señalar la panza digamos: de la Madre (pues en tu panza o vientre llevaste a Jesús) y luego al señalar los dos hombros se diga: del Hijo y del Espíritu Santo Amén.
Así es Madre, tú la amiga de la humanidad, la que llevará los corazones a Jesús, la Madre de los Cristianos, tú que no tienes vanidad, y que abrigas un encanto, pues en tu seno está El Santo de la Navidad.
Repetidas veces, nos dices en tus mensajes que, tu Corazón Inmaculado al final triunfará, no te olvides, de los discapacitados o gente especial, que en un sueño que tuve en San Nicolás de los arroyos: vi como el Papa Benedicto XVI recibía y consolaba a una maratón de discapacitados.
De tu hijo que te ama. Besos. 15/02/2009.

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